sust. fem.
Ciencia que estudia los seres orgánicos que se hallan fósiles, en el interior de rocas o en estratos del terreno. Por la amplitud de esta ciencia, el término se aplica actualmente sólo al estudio de los animales fósiles, mientras que el estudio de las plantas fosilizadas se llama Paleobotánica.
Nota ampliatoria:
El estudio de los fósiles ha interesado a los humanos desde los tiempos más remotos. Ya en tumbas prehistóricas fueron hallados restos de personajes allí inhumados, rodeados de fragmentos de equinodermos fósiles, mientras que en una tumba etrusca, datada alrededor del 800 a. C. , fue encontrado un pedestal tallado en el tronco fosilizado de un árbol. Los primeros trabajos científicos sobre fósiles se encuentran durante el Renacimiento en particular en la obra De Natura Fossillium, escrita por Georgius Agricola en 1546. En el siglo XVIII comenzaron los primeros intentos sistemáticos tendientes a comprender la estructura de los fósiles y a comparar los restos fosilizados con los animales vivientes. Sin embargo, los dogmas religiosos católicos que consideraban herejía la evolución de las especies, bloquearon en gran medida los intentos científicos, y los avances de la paleontología sólo continuaron en los países protestantes. Los enfoques modernos tienen dos grandes iniciadores. El primero fue el inglés William Smith, un agrimensor que, durante la construcción de un canal entre Kennet y Avon, observó que los estratos geológicos iban acompañados de ciertas clases de fósiles que no se encontraban ni más arriba ni más abajo de los mismos. De ello, dedujo que cada estrato corresponde a un período de tiempo durante el cual la vida presentó características que fueron cambiando. El segundo fue el francés Georges Cuvier, quien comparó sistemáticamente los esqueletos de cuadúpedos fósiles con los de animales modernos clasificando con gran precisión los restos de huesos y piezas dentarias de mamíferos y saurios, que publicó en su obra Recherches sur les ossements fossiles de quadrupèdes (1812). Estos trabajos iniciales fueron poderosamente auxiliados por la lúcida obra de Charles Darwin El Origen de las Especies y los descubrimientos de los naturalistas del siglo 19 que finalmente acallaron con evidencias irrefutables las protestas y amenazas de los clérigos, que seguían sosteniendo como verdad absoluta la cronología de la Biblia según la cual, según las irónicas palabras del astrónomo Carl Sagan, "el mundo habría sido creado por Jehovah el año 5.908 a. de C., es decir, en pleno neolítico y cuando ya el hombre aprendía a fundir metales. " Los actuales descubrimientos de la ciencia han establecido ya una cronología bastante exacta de la evolución de la vida en nuestro planeta.